Mujeres

oh mujeres... mortales mujeres

tanto en la acepcion de la palabra que las constriñe a seres vivos de existencia finita y fin siempre prematuro, como aquella que habla de su capacidad para desencadenar los misticos procesos que desembocan en la muerte.

Y es que me atrevo por obra de pura apreciacion y buen juicio (si que existe algo asi) a afirmar que no hay arma, veneno o desastre natural que haya provocado el fin de tantas vidas como lo han hecho ustedes.

Sea el cuerpo que todavia camina con mente y alma destrozadas por su insidiosa obra o la sangre derramada por tenerlas y conservarlas.

Y es que mientras ha existido el humano como le conocemos ha habido deseo, y siempre que hay deseo hay frustracion como resultado en mayor o menor medida.

Y aunque el deseo del humano posee muchas vertientes, ustedes siempre tendran alguna joya de la corona. Pues nunca habra suficientes de ustedes para satisfacer el ansia nuestra, y quizas asi las hubiese, seria esta una depredacion barbara y una busqueda de la perfeccion existente o imaginada atravez de ustedes.

Cuna de la dicha como el eufrates a la civilizacion, fuente constante de sentimientos, que pueden hacer pio al mas mundano y tentar a los santos.

El espiritu y caracter humano se forja amenudo con el calor y el frio que nos demuestran, fuerza y flaquesa son ambas introducidas en la mezcla de nuestras almas, la suficiente de la primera para que puedan tener cobijo y calma cuando se entregan a nuestro cuidado y la justa de la segunda para que sin el suyo no produscamos nada mas que destruccion y sueños vacuos.

Sea pues, criaturas hermosas. Continuen su obra. Que yo, por lo que a mi respecta, no concibo la vida sin mujeres.