Por un lado existe un mundo de relativa coherencia, con un sistema metafísico de causa y efecto y con reglas subyacentes a la trama de la realidad que pueden servir de consuelo cuando uno se encuentra con alguna de las situaciones menos controlables de la vida. Un esquema que se esfuerza en convencer a aquellos que participan en el de que no hay tal cosa como un desamparo absoluto.
El otro, es menos definible, mas escéptico y definitivamente menos reconfortante. El se esfuerza en resaltar lo efímero e inconsecuente de todas las cosas y en devalorar todo y ponerlo en perspectiva de forma que se aprecien las fallas del gran plan. El desamparo es su esencia y la soledad su maxima.
Ambos mundos son reales, se parodian de muchas formas y tienden a ser espejos delirantes el uno del otro...
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